lunes, 18 de marzo de 2013

SIN TRAPOS SUCIOS


En algunas ocasiones quisiéramos dejar al descubierto, sólo nuestros ojos. Otras, no nos importa estar desnudos.
En la historia del cine, la actriz Hedy Lamarr en 1933, protagonizó el primer y más escandaloso desnudo femenino, donde durante 20 minutos, aparece completamente desnuda en “Éxtasis”. La película narra la relación de una joven, casada con un viejo impotente. Fue un éxito comercial en los países donde no se censuró, y sirvió, para que Lamarr fuera reclamada en Hollywood.

Desde ese primer desnudo hasta nuestros días, ha variado mucho la forma de hacerlo y entenderlo. Hay quién se desnuda por placer, exhibicionistas, los que enseñan su cuerpo por trabajo, y los que son víctimas de alguna broma de mal gusto y son obligados a lucirse, despojado de sus ropas, por cualquier lugar. Existen las playas nudistas donde los libres de espíritu, pueden pasearse como Dios les trajo al mundo, sin ser, la comidilla de nadie. También hay una gran cantidad de revistas que te pagan por ello, y bien.

Una vez, hubo un concurso para artistas, en una conocida taberna de la capital Lituana. 

No era un gran concurso, el premio fue una botella de aceite italiano y regalos de tiendas típicas del país. 

Durante el concurso, con cada consumición podías votar para elegir ganador. 
Ese día algunos amigos y yo nos presentamos y bebimos, claro está.

Las dos propuestas seleccionadas resultaron ser una acuarela de un paisaje y una foto de un desnudo. 
Por ello, el organizador dejó jugar a la suerte y la siguiente persona en entrar al establecimiento decidía, quién se llevaba el premio.

Pasados cinco minutos una pareja entró, y sin más, tuvieron que elegir una de las dos propuestas. La elegida fue el desnudo, y el motivo, por que les gustó mas.
La propietaria del desnudo era yo, y así me lleve la botella de aceite italiano jaja, pero también aprendí, que aún en el siglo XXI no hay mejor cosa que desnudarse para ganar un premio…



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