La dura tarea
de recoger la oliva es hoy una tradición casi perdida.
Empezaba en el
mes de noviembre o diciembre y terminaba a finales de enero o bien
entrado febrero. Respecto al comienzo de la campaña había un refrán muy
conocido que decía:
”el que coge las olivas antes de Navidad,
se deja el aceite
en el olivar”.
La recogida de
la oliva era normalmente para el consumo familiar y en los años que la cosecha
era abundante, también para vender.
Había familias que tenían grandes
superficies y necesitaban contratar peones, acordando previamente el jornal a
pagar, que consistía en dar a los trabajadores la mitad de las olivas que se
habían recolectado.
Si el día no
salía excesivamente frío, todos se dirigían hacia los olivares, unas veces
andando y otras en carro para llevar los aperos que necesitaban.
La tarea la
iniciaban las mujeres, recogiendo con las manos las
olivas que se habían caído de forma natural. Tras ellas, comenzaban su labor
los hombres extendiendo unos paños alrededor del tronco del olivo y apoyando
las escaleras contra éste. Las olivas se recogían mediante el sistema de ordeño
que consiste en escurrir la rama con la mano, es decir pasarla de un extremo a
otro de la misma y en los árboles más grandes mediante largas varas.
Los oliveros y oliveras también
encontraban maneras de distraerse para que el trabajo fuese más ameno y el
tiempo pasase más deprisa. La comida era el único momento del día en el que se
paraba a descansar y a charlar todos juntos, así que había que buscar otras
formas de entretenimiento durante la faena y la más corriente era la de cantar
jotas y versos inventados por los trabajadores como el siguiente:
"Si te
preguntan que hora es,
de coger olivas vengo
y si te preguntan que si hay
muchas,
las doce van a dar luego".
En base a esto, aquí dejo un enlace donde podéis encontrar unas cuñas-coñas que realicé para Koipesol con algunos versos y rimas, gracias al salero de Victor Mayor, Kristian Calavia, Victor Rodrigo y como no, su cirila (nombre de la guitarra).